El humor aporta perspectiva, diferentes puntos de vista, perder el miedo al ridículo (o incluso buscarlo), juego, experimentación.
La casa Emak Bakia tiene momentos fieles a la obra de Man Ray en ese aspecto, pero el tono general de la película es más solemne, como de entrega del premio a toda una carrera o algo por el estilo. Busca la poética y eso provoca empalago a pesar de otros muchos puntos ingeniosos (como el diálogo final, por ejemplo). Hablar del viento o del recorrido de una liebre para buscar la belleza lírica en ellos (como tantas veces se ha hecho) en vez de una ruptura o sorpresa. Esa seriedad me resulta aburrida, y desde luego no era la intención del Dadá.
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