Es el título de una recopilación de aforismos de William Blake.
Cuando fui a ver la exposición de sus dibujos, grabados y pinturas hace un par de años en el Caixa Forum me quedé fascinada. Ya no tanto por su técnica, que tampoco desmerece, sino por los conceptos que planteaba. Blake era un hombre que vivía la religión de una manera muy peculiar, además teniendo en cuenta la época en la que vivió (s. XVII-XIX). La idea de crear un propio universo, una propia mitología con elementos afines que encajen unos con otros y entre todos completen un imaginario nuevo pero coherente en sí mismo. Me pareció un concepto muy interesante con el que poder trabajar y, además, un ejercicio de creatividad estupendo.
Como decía, me quedé tan fascinada con su trabajo plástico que quise saber más del teórico, así que compré este librito de aforismos, muy breve pero muy conciso. Consta de diferentes partes, a lo largo de las cuales habla de temas religiosos y de naturaleza humana, muchas veces creando metáforas con el mundo animal y el comportamiento de unos y otros. En general es un libro con ideas muy evocadoras y sentencias breves pero muy potentes, llegando algunas a ser casi groseras, cualidad que no le resta mérito ninguno, más bien todo lo contrario.
Algunos ejemplos de aforismos:
El manzano nunca pregunta al haya cómo debe crecer, ni el león al caballo cómo capturar su presa.
Conduce tu carruaje y tu arado sobre los huesos de los muertos.
Si otros no hubiesen sido tontos, nosotros tendríamos que serlo.
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