domingo, 6 de octubre de 2013

La casa Emak Bakia

Creo que el sentido del humor es el punto de inflexión que diferencia una obra o una carrera. No es una característica muy habitual en los artistas, precisamente sí lo es entre los dadaístas.

El humor aporta perspectiva, diferentes puntos de vista, perder el miedo al ridículo (o incluso buscarlo), juego, experimentación.

La casa Emak Bakia tiene momentos fieles a la obra de Man Ray en ese aspecto, pero el tono general de la película es más solemne, como de entrega del premio a toda una carrera o algo por el estilo. Busca la poética y eso provoca empalago a pesar de otros muchos puntos ingeniosos (como el diálogo final, por ejemplo). Hablar del viento o del recorrido de una liebre para buscar la belleza lírica en ellos (como tantas veces se ha hecho) en vez de una ruptura o sorpresa. Esa seriedad me resulta aburrida, y desde luego no era la intención del Dadá.

Es una pena la falta de humor en el arte. Y ocurre en todos los campos, desde las galerías de arte hasta las salas de cine y los estantes de las librerías.





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